El seno femenino sano está formado principalmente por lobulillos (glándulas que producen leche), conductos galactóforos o ductos (tubos que conducen la leche hacia el pezón) y estroma (que es el tejido adiposo y conectivo que rodea los lobulillos, los conductos, los vasos sanguíneos y el sistema linfático de la mama).
Así, un cáncer de mama es un tumor maligno que se origina en el tejido de la glándula mamaria, es decir, un aumento anormal del número de células que lo componen y que van a invadir y dañar las estructuras cercanas.
Es el cáncer más frecuente en las mujeres, pero no es exclusivo del sexo femenino. Los varones, en una pequeña proporción, también pueden padecerlo.
Puede crecer de tres maneras:
- Crecimiento local. El cáncer se infiltra directamente en estructuras vecinas (músculos, huesos, piel)
- Diseminación linfática. El cáncer se extiende a través del drenaje de los vasos linfáticos afectando, más frecuentemente y por orden a: los ganglios axilares, los ganglios de la arteria mamaria interna y los ganglios subclaviculares.
- Diseminación hematógena. El cáncer se extiende por los vasos sanguíneos hacia pulmones, huesos, hígado y piel.
En las primeras fases, este cáncer no suele producir ningún signo o síntoma identificador. Así, el diagnóstico precoz se realiza gracias a controles rutinarios en los que las pacientes participan.
En etapas más avanzadas, este cáncer si puede tener síntomas característicos como:
- Aparición de un nódulo inexistente previamente.
- Dolor a la palpación y aumento de volumen.
- Alteraciones en la piel (rubor, úlceras...)
- Cambios en el pezón, como retracción.
Estos sintomas también podrían aparecer asociados a tumores benignos.
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